martes, 5 de mayo de 2015

Memoria de San Ángel de Sicilia, Mártir.


VIDA

San Ángel nació en Jerusalén en el año de 1185, sus padres, que eran judíos se convirtieron al cristianismo. Tras la muerte de sus padres, él y su hermano gemelo Juan, decidieron ingresar entre los Carmelitas, la ejecución de la profesión religiosa la recibe de manos del Superior general San Brocardo, en el monasterio en el Monte Carmelo.

El Monte Carmelo en Palestina (659 msnm de altura) marca la frontera entre Galilea y Samaria, y termina con el promontorio del mismo nombre que forma la bahía de Haifa, fue la cuna de la antigua orden monástica contemplativa de origen oriental, que tomó el nombre de la montaña, los Carmelitas. La Orden se transformó en una orden mendicante contemplativa en el siglo XIII, cuando fue introducida en Occidente, de acuerdo con la Regla de San Alberto de Jerusalén (año de 1214 aprox.) Fue en el siglo de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán cuando el surgimiento y la propagación de las órdenes mendicantes, trajo una verdadera revolución espiritual en la Iglesia de Cristo. 

Y esta vez Ángel entró en el Carmelo a los 25 años fue ordenado sacerdote y un poco más adelante en 1218, se le encomendó la misión de ir a Roma, para explicar y obtener del Papa Honorio III la confirmación de la nueva Orden del Carmelo y la Regla, el mismo Papa, quien aprobó la Orden Franciscana, le concedió licencia el 30 de enero 1226. 

Después de predicar fructíferamente en San Juan de Letrán, Ángel fue enviado a Sicilia a predicar en contra de los "cátaros" que infestaban la isla. La herejía cátara se había extendido después del año 1000, de este a oeste, ellos concebían la antítesis primaria entre el Bien y el Mal (de donde procede el mundo), condenaban radicalmente todo lo que era carnal y terrenal: condenaban el matrimonio, negaban la resurrección de la carne, eran vegetarianos, se prohibían el ejercicio de la justicia y las armas, condenaban la propiedad privada. 

Entre los devotos estaban los simples 'creyentes' y 'perfectos', que se distinguían por su ascetismo, y por sus ayunos rigurosos. El movimiento herético se propagó por todo el Occidente cristiano, y fue conocido por varios nombres: albigenses, búlgaros, Patarines. 

En Licata (Agrigento) se encontró con el escudero Berengario, que además de ser un cátaro llevaba una vida incestuosa; San Ángel convenció a la compañera de este hombre a que lo dejara; furioso Berengario lo atacó mientras predicaba en la iglesia de los Santos Felipe y Santiago, hiriéndolo de muerte con cinco golpes de espada. San Ángel fue llevado a una casa cercana por los fieles, en donde cuatro días más tarde, murió a causa de sus heridas, era un 5 de mayo del año de 1226, antes de morir pidió a los habitantes de Licata y los fieles que perdonaran al asesino. Fue enterrado en la iglesia donde fue agredido, más tarde su tumba se convirtió en centro de peregrinación, su culto se extendió rápidamente. 

La Orden de los Carmelitas lo venera como un santo por lo menos desde 1456 y el Papa Pío II (1405-1464), aprobó su veneración pública. Sus restos fueron trasladados en 1662 a una nueva iglesia llamada Santa María del Carmen, erigido por los habitantes de Licata, que habían sido preservados de una plaga (durante el virreinato de Nápoles en 1656) por la intercesión del santo.

En la vida de este gran santo podemos ver que es necesario una fidelidad constante hacia las cosas divinas. Algunos hombres buscan la inmediatez de las cosas. Quieren que se hagan como ellos piensan y creen pero no hacen mucho para lograrlo. Dios es quien lo da todo para alcanzar el fin, a Él es a quien debemos pedir que las cosas se realicen puesto que las propias fuerzas humanas no bastan para que el fin llegue a darse. 

Esto debe hacerse en un acto total pleno de abandono a Dios, porque en ocasiones el hombre pone en manos de Dios su situación y apenas comienza a cambiar he inmediatamente la arrebata de sus manos creyendo que ha sido él quien lo ha podido solucionar. Dejemos ya el voluntarismo para otros tiempos y comencemos a confiar más en Dios. El voluntarismo visto desde el punto de que el hombre todo lo puede solo. Esto es una total mentira. 

El hombre necesita de Dios para poder vivir, necesita de todo lo que ha creado para poder desarrollarse, necesita comunicarse con el para pedir lo que necesita, pero lo más importante necesita de Él para poder amarle. Porque Dios no es un ser solitario, es un Dios de amor que nos ha dado y nos sigue dando lo que necesitamos para ser felices. 

Que no te halla dado algo que le pediste, no significa que no te ame. Significa que era algo que no te servia para tu felicidad y el como Ser Omnipotente evito que te hicieras algún mal. Porque solamente Dios es bueno y busca que tu también seas bueno y sobre todo busca tu felicidad. 

Que maravilloso ejemplo de SANTIDAD hoy nos presenta la Iglesia Católica para venerar a San Ángel que supo abandonarse a la misericordia de Dios perdonando y pidiendo a Dios por su agresor. Dejándolo todo en manos de Dios recibió el premio que merecía. 

Cuantas veces no hemos perdonado a los que nos hacen daño porque nos gana el odio y el rencor tentados por el enemigo. Dejemos que Dios obre en nuestro corazones pidiéndole sinceramente que nos ayude a cambiar este tipo de actitudes ante las personas que más nos necesitan. Si, nos necesitan porque en sus corazones no hay caridad y buscan que alguien les mueva en su corazón sentimientos positivos. Contribuyamos a esta causa por nuestro hermanos que nos persiguen o calumnian pidiéndole a Dios les otorgue el DON de la conversión, para que en sus vidas no carezca de AMOR.


Ahora les invito a que juntos hagamos la siguente meditación con la lectura del comentario de San Cirilo de Alejandría, obispo, sobre el evangelio de san Juan (Libro 10, 2: PG 74, 331-334) 

YO SOY LA VID, VOSOTROS LOS SARMIENTOS

El Señor -queriendo enseñarnos la necesidad que tenemos de estar unidos a él por el amor, y el gran provecho que nos proviene de esta unión- se da a sí mismo el nombre de vid, y llama sarmientos a los que están injertados y como introducidos en él, y han sido hechos ya partícipes de su misma naturaleza por la comunicación del Espíritu Santo (ya que es el santo Espíritu de Cristo quien nos une a él). 

La adhesión de los que se allegan a la vid es una adhesión de voluntad y de propósito, la unión de la vid con nosotros es una adhesión de afecto y de naturaleza. Movidos por nuestro buen propósito, nos allegamos a Cristo por la fe y, así, nos convertimos en linaje suyo, al obtener de él la dignidad de la adopción filial. En efecto, como dice san Pablo, quien se une al Señor es un espíritu con él. 

Del mismo modo que el Apóstol, en otro lugar de la Escritura, da al Señor el nombre de base y fundamento (ya que sobre él somos edificados y somos llamados piedras vivas y espirituales, formando un sacerdocio sagrado, para ser morada de Dios en el Espíritu, y no existe otro modo con que podamos ser así edificados, si no tenemos a Cristo por fundamento), aquí también, en el mismo sentido, el Señor se da a sí mismo el nombre de vid, como madre y educadora de sus sarmientos. 

Hemos sido regenerados por él y en él, en el Espíritu, para que demos frutos de vida, no de aquella vida antigua y ya caduca, sino de aquella otra que consiste en la novedad de vida y en el amor para con él. Nuestra permanencia en este nuevo ser depende de que estemos en cierto modo injertados en él, de que permanezcamos tenazmente adheridos al santo mandamiento nuevo que se nos ha dado, y nos toca a nosotros conservar con solicitud este título de nobleza, no permitiendo en absoluto que el Espíritu que habita en nosotros sea contristado en lo más mínimo, ya que por él habita Dios en nosotros. 

El evangelista Juan nos enseña sabiamente de qué modo estamos en Cristo y él en nosotros, cuando dice: En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. 

En efecto, del mismo modo que la raíz comunica a las ramas su misma manera de ser, así también el Verbo unigénito de Dios infunde en los santos un cierto parentesco de naturaleza con Dios Padre y consigo mismo, otorgando el Espíritu y una santidad omnímoda, principalmente, a aquellos que están unidos a él por la fe, a quienes impulsa a su amor, infundiendo en ellos el conocimiento de toda virtud y bondad.

ORACIÓN


OREMOS, Dios nuestro, que por la resurrección de Cristo nos restituyes el derecho de entrar en la vida eterna, fortifica la fe y la esperanza de tu pueblo, para que esperemos siempre confiadamente la realización de todo aquello que nos tienes prometido. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén



¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE!
¡VIVA MÉXICO CATÓLICO!


Cristobal Yair Torres Vega C. C. R.

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