sábado, 13 de diciembre de 2014

¡VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE!




Quiero iniciar este artículo con las palabras que encontré en uno de los museos de la ciudad de Puebla, donde su Santidad el Papa S.s Francisco nos dice: 

"Una Iglesia sin mujeres es como el Colegio de Apostólico sin María. El papel de la mujer en la Iglesia no es sólo la maternidad; se trata de algo mucho más fuerte. La mujer es el ícono de la Virgen María que ayuda a crecer a la Iglesia. Piensen que la Virgen en es más importante que los apóstoles. La iglesia es femenina, es esposa, es madre. No se puede entender una Iglesia sin mujeres, pero mujeres activas en la Iglesia".

Es claro el mensaje de su Santidad, al exaltar el papel de la mujer dentro de la Iglesia. María es el principal motor que es ejemplo de enseñanza para todo aquel que deseé seguirla. Es por esto que hoy también quiero hacer un homenaje a María, nuestra madre, que decidió quedarse con nosotros en el ayate del indio San Juan Diego. Que Jesús nos la entrego al pie de la cruz, por medio del apóstol San Juan. Tenemos y debemos amar a nuestra madre santísima, porque ella nos ama y quiere que nos salvemos, que lleguemos a la patria celestial, donde nos estarán esperándonos nuestros familiares que ya han partido de este mundo. Porque el hombre le conviene creer que hay algo más después de su muerte, de lo contrario, solo estaría terminando con su trascendencia. Creo que es bueno trascender, y que gracia, que dicha encontraría en saber que algún día estaré cerca del Señor, dueño de todo, que me ama por ser quien soy y que quiero responder con toda libertad a ese amor que me tiene. Nadie sabe el día ni la hora que saldremos de este mundo, solamente el Padre que ésta en los cielos.





Ahora quiero invitarlos hacer una reflexión con la siguiente lectura del Mensaje del papa Pablo sexto al pueblo mexicano(L 'Osservatore Romano, 18 de octubre de 1970)


EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.

En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la ternura de madre y la piedad de creatura.

Pero además. y precisamente porque amaba tan entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo mandamiento que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de Maria en las bodas de Caná, cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un ejemplo para todos los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.

Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.

El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que sufren su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.

Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.

Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia. 



ORACIÓN

OREMOS, Señor, Dios nuestro, que has concedido a tu pueblo la protección maternal de la siempre Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre firmes en la fe y servir con sincero amor a nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA DE GUADALUPE!
¡VIVA MÉXICO CATÓLICO!

Cristobal Yair Torres Vega C. C. R.

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