Hermanos, ya llego el tiempo de adviento, y con él la espera y la preparación para la llegada de nuestro Rey, de nuestro Salvador. Es por esto, que quiero invitarlos a analizar, como se debe hacer la preparación, que nos ayudara a recibir de una mejor manera este acontecimiento. Se puede hacer, atendiendo a tres conceptos que considero importantes, que por cumplimiento a estos, lograremos descubrir y conocer más a Jesús, para cumplir con nuestra misión, de llevar a más personas el mensaje del Evangelio. Bueno, estos tres elementos de los que le quiero hablar son: Limpiar, Ordenar y Actuar.
¿Limpiar?, pero limpiar que. Si limpiar nuestro corazón de todos esas cosas que cada quien conoce y que están dentro, sacarlas para que seamos libres de todo sentimiento negativo que exista dentro de ti.
Dime, para que necesitas el odio, el rencor, las envidias, los sentimientos de venganza, etc. Esto no sirve de nada para alcanzar tu felicidad. Al contrario solo entorpece tu camino para llegar a la meta. Vamos saca todas estas cosas para que quede limpio el lugar para llegue el salvador del mundo. Puedes acudir con prontitud al sacramento de la Reconciliación, vamos, déjalo todo en manos de Dios, necesitas ayuda y solo a él puede acudir para sanar estas heridas. Tenemos que tener mucho cuidado en esto, por las palabras que nos dice Dios a través de las Sagradas Escrituras que dice: 34 Raza de víboras, ¿cómo pueden ustedes decir cosas buenas, siendo malos? Porque la boca habla de la abundancia del corazón. 35 El hombre bueno saca cosas buenas de su tesoro de bondad; y el hombre malo saca cosas malas de su tesoro de maldad. 36 Pero les aseguro que en el día del Juicio, los hombres rendirán cuenta de toda palabra vana que hayan pronunciado. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado». (Mateo 12: 34-37 Biblia Clerus).
Lo siguiente es Ordenar. Una vez hecha la limpieza de corazón, es necesario que todo se mantenga en orden para no volver a tener todas las cosas negativas que ya has sacado de tu vida. Es un cambio bastante favorable para ti y se necesitara de tu voluntad y decisión para poder ordenar todo esto. Porque Dios no quiere ir en contra de tu voluntad, porque te ha creado libre y realices todo aquello que te lleve hacia la felicidad. Y por último hay que actuar, SI hay que actuar, no se puede quedar todo esto sin la acción de ayudar a los demás para que realicen también y vallan también por el camino de la Santidad. Hay que hacer lo que está en nuestras manos para poder salvarnos juntos, porque recordemos que solos no podemos salvarnos, solamente por el servicio al prójimo. De todo lo demás se encarga el que es TodoPoderoso, creador de todo lo que existe, y quiero terminar con las siguientes palabras que nuestro Señor nos ha dejado: 16 Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. 18 El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios (Juan 3: 16-18 Biblia Clerus).
Ahora los invito a leer esta lectura de las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, obispo (Catequesis 15, 1-3: PG 33, 870-874)
LAS DOS VENIDAS DE CRISTO
Os anunciamos la venida de Cristo, y no sólo una, sino también una segunda que será sin duda mucho más gloriosa que la primera. La primera se realizó en el sufrimiento, la segunda traerá consigo la corona del reino.
Porque en nuestro Señor Jesucristo casi todo presenta una doble dimensión. Doble fue su nacimiento: uno, de Dios, antes de todos los siglos; otro, de la Virgen, en la plenitud de los tiempos. Doble su venida: una en la oscuridad y calladamente, como lluvia sobre el césped; la segunda, en el esplendor de su gloria, que se realizará en el futuro.
En la primera venida fue envuelto en pañales y recostado en un pesebre; en la segunda aparecerá vestido de luz. En la primera sufrió la cruz, pasando por encima de su ignominia; en la segunda vendrá lleno de poder y de gloria, rodeado de todos los ángeles.
Por lo tanto, no nos detengamos sólo en la primera venida, sino esperemos ansiosamente la segunda. Y así como en la primera dijimos: Bendito el que viene en nombre del Señor, en la segunda repetiremos lo mismo cuando, junto con los ángeles, salgamos a su encuentro y lo aclamemos adorándolo y diciendo de nuevo: Bendito el que viene en nombre del Señor.
Vendrá el Salvador no para ser nuevamente juzgado, sino para convocar a juicio a quienes lo juzgaron a él. El que la primera vez se calló mientras era juzgado dirá entonces a los malvados que durante la crucifixión lo insultaron: Esto hicisteis y callé.
En aquel tiempo vino para cumplir un designio de amor, enseñando y persuadiendo a los hombres con dulzura; pero al final de los tiempos -lo quieran o no- necesariamente tendrán que someterse a su reinado.
De estas dos venidas habla el profeta Malaquías: Pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. Esto lo dice de su primera venida.
Y de la otra dice: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: he aquí que viene -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será como un fuego de fundidor, como lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata.
Pablo, en su carta a Tito, nos habla también de las dos venidas con estas palabras: Dios ha hecho aparecer a la vista de todos los hombres la gracia que nos trae la salud; y nos enseña a vivir con sensatez, justicia y religiosidad en esta vida, desechando la impiedad y las ambiciones del mundo, y aguardando la feliz esperanza y la manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Mira cómo nos muestra la primera venida, por la cual da gracias, y la segunda, que esperamos.
Por eso la fe que hemos recibido por tradición nos enseña a creer en aquel que subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre. Y de nuevo vendrá con gloria, para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Vendrá, por tanto, nuestro Señor Jesucristo desde el cielo, vendrá glorioso en el último día. Y entonces será la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado al principio, será totalmente renovado.
ORACIÓN
OREMOS, Señor, despierta en tus fieles el deseo de prepararse a la venida de Cristo por la práctica de las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE!
Cristobal Yair Torres Vega C. C. R.