Hermanos hoy celebramos la memoria de Santa Teresa del niño Jesús, virgen y doctora de la iglesia. Mujer que supo amar a Cristo por su inocencia y sencillez, desde que inició su vida de santidad en el monasterio de las carmelitas descalzas de Lisieux. Nos enseñó el camino de perfección cristiana por medio de la inocencia espiritual, comprobando una de la mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la iglesia, terminando su vida muy joven, a la edad de 25 años. La llamada del Señor le llego a temprana edad a la vida religiosa, desde entonces ya venía pensando que le llamaran Teresa del niño Jesús. Un acontecimiento que marco la vida de Santa Teresita fue que al ir a visitar el convento la Madre Priora le dijo, sin que Santa Teresita le haya mencionado algo: “Cuando vengas a vivir con nosotras, mi querida hija, os llamaréis Teresa del niño Jesús”, para Santa Teresita fue una delicadeza de su amado niño Jesús. Al cumplir los 14 años tomo la firme decisión de convertirse en religiosa. Pero esto no le aseguro su entrada al convento, ya que era menor de edad y apoyada de sus padres hablaron con el superior del convento quien le negó el permiso, que después fueron con el Sr. Obispo de su diócesis, que tampoco acepto. Finalmente decidió ir en persona, contando ya con 15 años de edad, con el entonces Sumo Pontífice de Roma, en aquel entonces León XIII, que le recomendó obedecer las instrucciones de sus superiores. Llego el momento esperado para la Santa, llego el permiso solicitado y aun contando con 15 años de edad es admitida dentro del ministerio del Carmelo de Lisieux.
Pero que mejor testimonio que leer la siguiente reflexión tomada de la Narración de la vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita por ella misma.
EN El CORAZÓN DE LA IGLESIA, YO SERÉ El AMOR
Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.
Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta consoladora exhortación: Aspirad a los dones más excelentes; yo quiero mostraros un camino todavía mucho mejor. El Apóstol, en efecto, hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.
Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido á mi misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.
Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido á mi misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. En la caridad descubrí el quicio de mi vocación. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno.
Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé:
«Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado.»
Oh Dios que admirable es tu grandeza que dejas marcada en nuestro corazones, te pedimos Señor con el corazón en la mano, herido por nuestros pecados, los sanes y reestablezcas la paz en nuestro interior. Permite Señor que unidos a tu gracia crezcamos en el perfecto amor en el servicio a los más pobres de espíritu y no deje de dolernos el mirar del dolor de nuestros hermanos que sufren. Santa Teresa del niño Jesús intercede por nosotros, para que a ejemplo vuestro aprendamos a amarle cada día más y con mayor intensidad por el buscar la felicidad de los que no la tienen.
«Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo y mi deseo se verá colmado.»
Oh Dios que admirable es tu grandeza que dejas marcada en nuestro corazones, te pedimos Señor con el corazón en la mano, herido por nuestros pecados, los sanes y reestablezcas la paz en nuestro interior. Permite Señor que unidos a tu gracia crezcamos en el perfecto amor en el servicio a los más pobres de espíritu y no deje de dolernos el mirar del dolor de nuestros hermanos que sufren. Santa Teresa del niño Jesús intercede por nosotros, para que a ejemplo vuestro aprendamos a amarle cada día más y con mayor intensidad por el buscar la felicidad de los que no la tienen.
ORACIÓN
OREMOS, Dios y Padre nuestro, que abres las puertas de tu reino a los pequeños y a los humildes, haz que sigamos confiadamente el camino de sencillez que siguió santa Teresa del Niño Jesús, para que, por su intercesión, también nosotros lleguemos a descubrir aquella gloria que permanece escondida a los sabios y a los prudentes según el mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE!
Cristobal Yair Torres Vega CCR
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