La Orden de los Siervos de María surgió en Florencia, Italia, en el año 1233. Estamos cumpliendo 780 años de fundación, refirió Fray Gerardo Torres Ornelas, Padre Provincial desde 2009, y quien está iniciando su segundo período al frente de la Provincia Mexicana de Santa María de Guadalupe, de esa Orden Religiosa.
Surgió de la iniciativa de siete laicos, siete Santos Fundadores muy devotos de la Virgen María, que pertenecían a una Asociación, a una especie de Cofradía mariana, que prestaban algún servicio en un pequeño hospital en Cafagio, a las afueras de Florencia.
Por inspiración divina y por la devoción grande a la Virgen María, estos hombres, comerciantes de telas, algunos solteros, otros viudos o casados, decidieron retirarse a vivir juntos, primero en Cafagio y después en un lugar más apartado en el Monte Senario, donde se establecieron para llevar una vida de silencio, penitencia y oración, aunque en contacto con la gente. Es decir, buscaban alimentar su vida espiritual, pero también brindar algún servicio a sus semejantes.
Contemplemos la vida de estos hermanos nuestros que lo único que buscaban era llegar a Jesús por medio de María, nuestra Madre y Reina de todo lo creado. ¿Qué es lo que le está pasando al mundo en estos momentos? ¿Por qué hay tanta violencia entre nosotros? ¿Qué es lo que pasa por la mente del hombre al crear tanto conflicto entre sus hermanos? ¿Por qué se ha alejado tanto del Ser que le ha creado? ¿Por qué se aleja de una mano tan tierna y protectora como la de nuestra Madre, la siempre Virgen María? Todas estas preguntas y muchas más podríamos hacer sin llegar quizá a una respuesta válida y verdadera. Hermanos se acerca la cuaresma y debemos prepararnos para recibir a nuestro Señor Jesucristo. Que en su infinito amor entrego su vida por nosotros. Sin importarle derramar hasta la última gota de su sangre para nuestra salvación.
Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana también la fe de ustedes. (1 Corintios 15:14 Biblia Clerus).
Acudamos con prontitud a los templo pidiendo a nuestro sacerdotes el sacramento de la Reconciliación. Para que Dios nos libere ya del peso de nuestros pecados. Sí, porque nuestro Señor Jesucristo ya ha pagado por nuestros pecados. No cometamos pecados que solamente rompen con nuestra relación con Dios. El hombre pide un milagro a Dios, sin darse cuenta que le ha dado algo mejor.
Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. (Juan 3:16 Biblia Clerus)
Preparemos nuestro examen de conciencia con todo el dolor de nuestro corazón por haber ofendido a Dios. A Él que nos ama tanto y que solo busca que vivamos íntimamente ligados a él respetando siempre nuestra libertad.
Ahora los invito a leer esta lectura de las Disertaciones de san Atanasio, obispo, Contra los arrianos (Disertación 2, 78. 81-82: PG 26, 311. 319)
EL CONOCIMIENTO DEL PADRE POR MEDIO DE LA SABIDURÍA CREADORA Y HECHA CARNE
La Sabiduría unigénita y personal de Dios es creadora y hacedora de todas las cosas. Todo -dice, en efecto, el salmo- lo hiciste con sabiduría, y también: La tierra está llena de tus creaturas. Pues, para que las cosas creadas no sólo existieran, sino que también existieran debidamente, quiso Dios acomodarse a ella por su Sabiduría, imprimiendo en todas ellas en conjunto y en cada una en particular cierta similitud e imagen de sí mismo, con lo cual se hiciese patente que las cosas creadas están embellecidas con la Sabiduría y que las obras de Dios son dignas de él.
Porque, del mismo modo que nuestra palabra es imagen de la Palabra, que es el Hijo de Dios, así también la sabiduría creada es también imagen de esta misma Palabra, que se identifica con la Sabiduría; y así, por nuestra facultad de saber y entender, nos hacemos idóneos para recibir la Sabiduría creadora y, mediante ella, podemos conocer a su Padre. Pues, quien posee al Hijo -dice la Escritura- posee también al Padre, y también: El que a mí me recibe recibe a aquel que me ha enviado. Por tanto, ya que existe en nosotros y en todos una participación creada de esta Sabiduría, con toda razón la verdadera y creadora Sabiduría se atribuye las propiedades de los seres, que tienen en sí una participación de la misma, cuando dice: El Señor me creó al comienzo de sus obras.
Mas, como en la sabiduría de Dios, según antes hemos explicado, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Porque Dios no quiso ya ser conocido, como en tiempos anteriores, a través de la imagen y sombra de la sabiduría existente en las cosas creadas, sino que quiso que la auténtica Sabiduría tomara carne, se hiciera hombre y padeciese la muerte de cruz, para que, en adelante, todos los creyentes pudieran salvarse por la fe en ella.
Se trata, en efecto, de la misma Sabiduría de Dios, que antes, por su imagen impresa en las cosas creadas (razón por la cual se dice de ella que es creada), se daba a conocer a sí misma y, por medio de ella, daba a conocer a su Padre. Pero, después esta misma Sabiduría, que es también la Palabra, se hizo carne, como dice san Juan, y, habiendo destruido la muerte y liberado nuestra raza, se reveló con más claridad a sí misma y, a través de sí misma, reveló al Padre; de ahí aquellas palabras suyas: Haz que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo.
De este modo, toda la tierra está llena de su conocimiento. En efecto, uno solo es el conocimiento del Padre a través del Hijo, y del Hijo por el Padre; uno solo es el gozo del Padre y el deleite del Hijo en el Padre, según aquellas palabras: Yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia.
ORACIÓN
OREMOS, Oh Dios, has prometido permanecer con los rectos y sinceros de corazón; concédenos vivir de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
¡VIVA CRISTO REY!
¡VIVA SANTA MARÍA DE GUADALUPE!
¡VIVA MÉXICO CATÓLICO!
Cristobal Yair Torres Vega C. C. R.